La creación de valor en la empresa
Mucho se ha escrito acerca de cuál es el objetivo de la empresa. Cuando se recurre a la teoría económica, ésta nos habla de la maximización del beneficio, pero éste no deja de ser un concepto matemático y de difícil traslación al ámbito empresarial; cuando se les pregunta a los empresarios, que algo deben saber de esto, la respuesta mayoritaria es que su objetivo es hacer crecer las ventas, y ello aun sabiendo que, en ocasiones, ese crecimiento no genera beneficios adicionales; por último en el ámbito de los estudiosos de la estrategia empresarial la tendencia más reciente es señalar la creación de valor como principal objetivo empresarial.
Esta circunstancia nos obliga a estudiar qué significa crear valor, y a cuál de los distintos valores queremos hacer referencia:
- ¿se trata de crear valor para el accionista?, como machaconamente se insiste por los gestores cuando el ciclo bursátil es alcista.
- ¿o más bien se trata de aumentar el valor de mercado?
- ¿qué ocurre cuando la empresa no es cotizada en los mercados financieros?, ¿cuál es el valor de esas empresas?
- ¿cómo se mide la creación de valor?
La primera la dificultad la afrontamos cuando tenemos que ponernos de acuerdo en cuando se crea valor en la empresa:
- ¿una empresa en beneficios crea necesariamente valor?
La respuesta debe ser negativa, no basta cerrar el ejercicio con beneficios contables para crear valor, porque ello no significa que esté cubriendo el coste de todos los recursos que utiliza para su financiación.
Como dice Drucker:
“Hasta que un negocio retorna un beneficio que es mayor que su coste de capital, opera con pérdidas. No importa que pague impuestos como si tuviera un verdadero beneficio. La empresa sigue devolviendo menos a la economía de lo que devora en recursos… no crea riqueza, sino que la destruye.”
No es un concepto nuevo, responde a la concepción de beneficio económico que ya encontramos en autores como A. Marshall, pero en definitiva nos lleva concluir que debemos comparar algo tan intuitivo como que el retorno de nuestros activos debe superar el coste de todos los recursos empleados en la empresa, tanto propio como ajeno.
En el ámbito de las finanzas los investigadores llevan décadas tratando de encontrar fórmulas que nos permitan determinar cuál es nuestro coste de capital y cómo influyen en el mismo distintas estructuras de capital (relación entre Deuda financiera y Recursos propios).
En el ámbito de la consultoría hay que destacar como métrica ganadora en la implantación de métodos de gestión orientadas a la creación de valor el EVA (Economic Value Added) o Valor Económico Añadido, desarrollado por la consultora neoyorquina Stern, Stewart & Co. y que responde al concepto citado de beneficio económico. Su éxito radica tanto en la sencillez de la fórmula utilizada como en la consistencia con los procedimientos utilizados para la valoración de empresas mediante el Descuento de Cash Flow futuros (DCF). Su atractiva fórmula que compara el retorno sobre el capital (ROC) con el coste medio ponderado de capital (WACC), de forma que para obtener un EVA positivo el primero deba superar al segundo constituye un clásico en el ámbito de la gestión orientada a la creación de valor, aunque las siglas y la misma fórmula sean de aplicación exclusiva de Stern, Stewart & Co., que se apresuró a registrar sus derechos sobre la marca EVA y los distintos procedimientos amparados bajo la misma.
Nunca una fórmula tan sencilla fue tan lucrativa …
EVA = (ROC – WACC) CE