Es maravilloso ... ¡flota!
William Procter y James Gamble, dos cuñados puritanos irlandeses que emigraron a América a principios del siglo XIX, no podían sospechar la fortuna que sus problemas de salud les iban a deparar.
Efectivamente, debieron de abandonar su intención de llegar hasta el Oeste, sí el “Far West” de las películas de vaqueros, y no pasaron de Cincinnati en la ribera del río Ohio, donde forzosamente se establecieron. No sospechaban que esa mala fortuna les llevó a crear la empresa posiblemente mejor dirigida del mundo. Nuevamente nuestro Señor volvía a escribir recto con renglones torcidos.
Procter fabricaba velas de cera y Gamble producía jabones, en 1837 decidieron asociarse creando una compañía que hoy va camino de cumplir los doscientos años de existencia y está presente en más de 160 países, facturando más de 70.000 millones de dólares, uno de los “Blue chips”, con asiento permanente en el índice Dow Jones de industriales.
Durante la guerra de secesión americana fueron suministradores de las velas del ejército yanqui, cómo la mayor parte de los soldados eran analfabetos sus cajas fueron marcadas con un círculo y dentro de él unas cruces para poder identificarlas fácilmente, esas cruces terminaron siendo trece, tantas como los estados que entonces formaban parte de la Unión. La popularidad e imagen de marca conseguida durante la contienda proporcionó un gran impulso, pues los soldados cuando volvían a casa pedían las cajas del círculo y las cruces. Nuevamente la fortuna les echaba un capote a los cuñados irlandeses. Este fue el origen durante siglo y medio fue el logo de la firma, un círculo conteniendo la media luna con rasgos humanos y un conjunto de estrellas, conocido en la casa como el mago.
Hoy día Procter & Gamble es la principal empresa mundial de productos para el consumo. Pionera en el desarrollo del marketing, su estrategia pasa por la gestión basada en sus marcas, que compiten incluso entre ellas.
Always, Ariel, Bounty, Crest, Dawn, Downy, Fairy, Febreze, Gain, Gillette, Head & Shoulders (H&S), Olay, Oral-B, Pampers, Luvs, Pantene, SK-II, Tide, Vicks.
Estas son las marcas de P&G que facturan más de mil millones de dólares anuales (“billionaire brands”)
Obviamente, un negocio no alcanza éste éxito sólo por la fortuna, siempre apostaron por la investigación y desarrollo de productos, los pañales desechables son una patente suya, la incorporación del flúor en la pasta dentífrica es fruto de sus investigaciones. Sus innovaciones en el marketing tampoco son desdeñables, creadores de las famosas “soap operas”, su apuesta por la gestión individualizada y competitiva de sus marcas, junto con sus fuertes inversiones en publicidad han señalado el camino a seguir por muchas otras.
Pero tampoco hay que desdeñar el papel que en muchos casos juega la fortuna, vamos a referir la que tuvo una de sus primeras marcas, y que hoy todavía lidera su mercado, me refiero al jabón Ivory. Con anterioridad a las modernas lavadoras, se lavaba en el río, canal o curso de agua más próximo, la ropa se frotaba con los jabones de forma totalmente manual, el problema acaecía cuando se caía la pastilla de jabón y se hundía en el río con lo que se perdía el jabón. El nuevo jabón de P&G tenía una densidad menor que la del agua, cualidad fortuita, no buscada, como en la propia empresa reconocían, pero nuevamente la fortuna se ponía de su parte, las nuevas pastillas flotaban en el agua y no se perdían en el fondo del río. Esta circunstancia fue inmediatamente aprovechada por el departamento de publicidad y se lanzaron anuncios que resaltaban la fantástica cualidad:
"It´s wonderful, it floats"
La azarosa vida de las empresas, y más la de aquellas que como la que nos ocupa son centenarias, sufre embates, pero también golpes de la diosa fortuna como los que acabamos de relatar. No obstante sería prudente que no lo apostáramos todo a esos golpes de fortuna y trabajáramos duramente para que los embates tanto de la suerte como de las adversidades nos pillen preparados. Podríamos así referir lo que nuestro genial clásico dejó escrito: