Cómo crear una cultura estratégica ágil a partir de la atención
Escoger las líneas principales de acción, el plan estratégico, la política de empresa o como quieras llamarle, es la tarea más importante de la alta dirección. Sin embargo, en muchos casos se convierte en producto de la imaginación del propietario o de la casualidad de un comité directivo dedicado principalmente a apagar fuegos.
Por regla general, la estrategia es desconocida más allá de la sala donde se creó y si se conoce, muchas veces no se entiende. Por eso, elaborarla y compartirla se convierte, en la mayoría de los casos, en un tremendo quebradero de cabeza.
Los problemas relacionados con su implementación no suelen ser fáciles de remediar ni mucho menos tienen una solución estándar. Al contrario, cada sector, cada organización, cada equipo o cada persona, tiene una o varias soluciones posibles y para conocerlas hay que seguir un sencillo proceso donde la atención juega un papel determinante.
La atención
Ciclo de satisfacción de las necesidades
La atención es la capacidad para elegir intencionalmente entre la figura y el fondo, en detectar qué es lo importante en cada momento y forma parte del ciclo natural de satisfacción de nuestras necesidades:
1. Estamos en reposo
2. Tenemos una sensación: sed, hambre, soledad, confusión...
3. Tomamos conciencia de una necesidad: agua, comida, cariño, información...
4. Prestamos atención sobre como satisfacerla
5. Nos ponemos en marcha
6. Satisfacemos la necesidad
7. Volvemos al estado de reposo
Sin una necesidad insatisfecha, nuestra atención mariposea sobre lo superfluo, sobre cualquier cosa que brille o resuene a nuestro alrededor. Sin la necesidad de lograr certidumbre y reconocimiento por lo que somos, las estrategias serían imposibles de implantar, no tendrían ningún sentido, al menos para movilizar a las personas implicadas en su diseño.
Ante estas motivaciones, la buena cultura estratégica estriba en el dominio de una cosa y su contraria, es decir, en la necesaria alternancia entre atender los asuntos organizativos del momento presente y la estimulante proyección hacia los retos del futuro. Por eso, la atención ha de ser animada, dirigida y mantenida en el continuo proceso de revisión de las líneas maestras de la organización.
Un modelo atencional para una estrategia ágil
Por suerte, la atención puede ser entrenada y dirigida a voluntad, bien hacia dentro del sistema o hacia el exterior y el foco puede ser amplio o estrecho según nuestro deseo. Ejercitar la atención en pequeños grupos es mejor que en solitario y trabajar con toda la organización en un mismo día más potente que durante periodos discontinuos a lo largo del tiempo.
Ahora bien, en mi experiencia he podido confirmar que cuando a un grupo se le propone una tarea comprometida y compleja para que la realicen en equipo, la primera reacción de cada uno es escabullirse. En el caso de que haya alguno que le interese la tarea, su impulso es intentar realizarla solo. Incluso en los casos en que las personas se ponen de acuerdo para acometerla en común, luego, pasada la fase de negociación, cada uno se levanta en portador único de la razón, empezando una discusión sin fin que deriva en temas ajenos al motivo de la tarea. Quiero decir con esto que cualquier iniciativa encaminada a implicar a las personas con la estrategia y su implementación requiere un aprendizaje.
En época de grandes mutaciones como esta, a veces, tener mucha información nos bloquea y nos impide tomar decisiones a tiempo. Por eso resulta indispensable entrenar la atención de forma colectiva, para conmutar el tratamiento de la información según convenga y actuar con suficiente agilidad para anticiparse a los cambios.
Modelo estratégico atencional
Evaluar es tratar la información a vista de águila, de un modo global y amplio. La escucha y la observación juegan aquí un papel determinante porque la información a tratar se sitúa fuera del sistema. Viajar en busca de tendencias, asistir a congresos, realizar encuestas, informes o practicar el pensamiento visual encajan bien en este cuadrante.
Analizar supone un acto reflexivo sobre la situación interna. La introspección organizativa tiene mucho de autocrítica, empatía y tolerancia al fracaso. Aquí se pueden utilizar cuestionarios, inventarios, balances, auditorías... Además, es un buen momento para iniciar la creación de T-groups orientados a la tarea.
Concentrarse significa situarse en el presente, fijarse en el detalle y prepararse para actuar. En este cuadrante podemos realizar simulaciones o crear escenarios que contemplen la acción que queremos llevar a cabo. Utilizar matrices de decisión junto con técnicas DO como la Búsqueda de Futuro, nos ayudará bastante.
Actuar en un mundo conectado, es dar autonomía a las personas para que regulen su acción conforme se desarrolla, o inmediatamente antes, y puedan orientarla conscientes de la dirección estratégica que han de tomar.
Vicente Climent Alberola
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